Este cuadro me lo apropié, no era mío en un principio, era de mi marido, lo compró en República Dominicana.
Me llamó la atención desde el primer día que lo ví. Que ví? Una mujer promoviendo su libertad, pureza y vida. Ví una mujer luchadora, conectada con su femeneidad y con su cuerpo.
A ustedes qué les trasmite? Siento que son infinitas las palabras para describirlo, cada vez que paso por su pared me quedo parada en frente de él por unos segundos y digo… que linda mujer.
Cuando estaba embarazada hacía hincapié en la zona de su vientre, que lo tiene al descubierto, pura fertilidad. Ahora, me llama la atención el ave blanca que está en la zona de su cabeza, libertad; y su brazo derecho, fuerza y lucha. Además de sus curvas, sensualidad pura.
Ahora este cuadro es mío, me lo apropié, es muy yo, parece comprado para mí. Él siempre me dice que sabía que en algún momento de su vida iba a llegarle una mujer como yo. Será que en el momento que lo compró ya me visualizaba?
No soy artista, no sé de pinturas, menos dibujar. Pero ser mujer es un arte, cada mujer es única, como pintadas o talladas a mano por un artista. Cada mujer es un ejemplar original, no hay copias, y si las hay se nota, y pierde el valor.
Mujeres auténticas, dueñas de cada línea, de cada curva. Cada una con su color de piel, su color de pelo, su color de ojos. Cada una tiene su propia anatomía, que la autodescubre a medida que pasan los años y se vuelve más atractiva e interesante cuanto más pasa el tiempo, como los cuadros.
Cada una con sus lunas, con sus soles, con sus días, sus cambios y emociones. Por eso en esta nota como médica me permito hablar de arte, porque es lo que somos.